jueves, 24 de marzo de 2011

36ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires: Festejar con libros. 200 años de historias (6ª parte): Lo mejor vino al final

Miércoles 12 de mayo de 2010

Entrada nº 136

36ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires: Festejar con libros. 200 años de historias (6ª parte): Lo mejor vino al final








El lunes 10 cerró la Feria, y por ser el último día hubo lugar para muchas sorpresas.

Para empezar los precios de muchos libros fueron rebajados de precio (al parecer, mucho público pero las ventas fueron las de siempre), llegando al extremo de encontrar ofertas con el 50% de descuento. Además hubo tanta gente como en los fines de semana, lo cual es comprensible, ya que muchas de esas personas son, seguramente, personas que no que querían perder la oportunidad de asistir.

Pero lo mejor para mí empezó fue cuando visité el stand de la comunidad vasca (Comunidad Vasca, Pabellón Amarillo, Calle 2, Stand nº 2418/20). Allí encontré a Carlos Garaycochea firmando ejemplares de Humor vasco, libro que recoge algunos de sus trabajos para la revista Los Vascos Euskaldunak.

Tras comprar el libro, se lo acerqué al dibujante. Este, con toda serenidad preguntó:

-¿A quién se lo dedico?

-A Ricardo- le respondí yo.

Y con esa misma tranquilidad tomó su pluma fuente y abrió el libro. En la primera página aparece impreso el dibujo de una vaca; lo que hizo Garaycochea fue dibujar un ganadero vasco parado encima de ella. Es sorprendente la rapidez y buen pulso que tuvo para hacer el dibujo: en menos de quince segundos, casi sin levantar la lapicera del papel y sin equivocarse. Eso demuestra que a pesar de sus años mantiene intacta su pasión por el dibujo.












-Sírvase caballero.

Tras darle las gracias por el dibujo, estreché su mano y continué mi peregrinar errante por la Feria.

Pasando por el stand de Ediciones de la Flor (Pabellón Amarillo, Calle 12, stand 1921) me encontré con la grata nueva de que Liniers y Kevin Johansen iban a firmar ejemplares. De más está decir que compré un ejemplar de Bonjour para hacer la cola. Y tuve la suerte de tener solo a un grupo de jóvenes delante de mí: en solo cinco minutos se formó detrás mío una cola más larga que tren del Sarmiento.

Liniers y Johansen llegaron al stand charlando y saludando a todo el mundo (en realidad llegaron 45 minutos tarde y en ese momento todos dejamos de hacer comentarios maliciosos acerca de su tardanza). Los jóvenes que estaban adelante mío se acercaron con sus ejemplares tan emocionados que temblaban como platos de gelatina durante un terremoto. Incluso una piba lo abrazó con fuerza, al grito de “¡Gracias Liniers, te re-quiero!”, mientras le estampaba un sonoro beso en la mejilla.

Cuando llegó mi turno me porté de manera más cortés: un simple “hola”, mientras le dejaba el libro a mano para que me lo firme.

-¿Para quién lo firmo?- preguntó él.

-Para Ricardo- le respondí yo (estuve a punto de decir “para mí”, pero afortunadamente no lo hice… hubiera sido un papelón).

-¡Ah, tocayo! ¡Qué bien! (no hay que olvidar que Liniers es su seudónimo. En realidad se llama Ricardo Siri). ¿Y qué te dibujo?

¿Y qué podía dibujarme? Qué dilema… No tenía la menor idea.

-Ah… no sé. Puede ser cualquier cosa. Oliverio, Alfio (la bola troglodita), Fellini…

-Dale, te hago un Fellini.

Y puso manos a la obra. Al igual que Garaycochea; rapidez, calidad y pasión en su trabajo. Un dibujo para el recuerdo. Y me di cuenta que elegí al personaje adecuado para el autógrafo; mi hermana, devoradora (con la vista, obvio) de cuanta tira de Macanudo que salga publicada en La Nación, está adorando tanto el libro que me imagino que si no tengo cuidado…

(Está claro que exagero. Pero cuando le mostré el libro se emocionó)

Otro apretón de manos; otro eterno agradecimiento. Otros dos libros que se ganaron un lugar en la biblioteca de mi casa.

El broche de oro para la Feria del Libro 2010.








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